Una antigua
máxima de la escuela soviética decía que para ganar hay que odiar al
adversario, Topalov y Kramnik no son precisamente amigos, sin embargo, los
últimos resultados favorecen al primero.
Sin duda Kramnik
se sintió agraviado por aquel incidente, tan famoso como desagradable, y que
parece pesarle como una losa.
Mi consejo
(y no me gusta demasiado aconsejar) es que no odien a nadie, aunque consideren que lo merece, supérense a
sí mismos, y cuando alguien les haga daño, respondan con una lluvia corazoncitos.
Alcanzarán la
paz necesaria para vencer en ajedrez y, lo más importante, en la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario