Carta a Mariola

sábado, 2 de noviembre de 2013

Un bálsamo para el alma.


No podía faltar en mi libro de poesía: “Mírame” un guiño al ajedrez, seguramente inspirado por la película El séptimo sello (1957) dirigida y escrita por Ingmar Bergman.
En días como hoy, en los que acaso las ausencias duelen más, quiero compartir mi poesía, con la esperanza de que como para mí, sea para ustedes un bálsamo para el alma.

Sobre la lápida de mi amada
una losa pintada de escaques
de sangre y blancos,
de sangre los de ella
-la muerte-
los míos, blancos.

Y sobre la losa,
trebejos alborotados
pintados de sangre y blancos,
de sangre los de ella
los míos, blancos.

La muerte, fiel a su cita,
frente a mí se ha sentado,
una mueca tétrica y burlona
esconde tras su negro manto.

Otrora la había temido,
ahora la miro tranquilo,
desafiando:
“si yo gano esta partida
su vida estará en mis manos”.

La muerte sonríe,
mi peón chirría sobre la losa
de mármol blanco.
¡La lucha ha comenzado!

Un gélido viento azota los cipreses
del campo santo,
el rayo rasga la noche,
el trueno ruge mientras
negras nubes vierten su angustioso llanto.

La muerte esconde su rostro,
yo sé lo que está pensando:
“jamás debiste jugar,
yo siempre acabo ganando”

Sobre el tablero
pintado de sangre y blanco
una encarnizada lucha se ha desatado,
he visto el miedo en sus vacías cuencas,
he visto temblar sus resecas manos.

Lágrimas de sal nublan mis ojos,
¿cómo algo tan servil pudo arrebatarme
la vida?, ¿cómo pudo arrancarla
de mi lado?

He de enjugar mis lágrimas,
reunir mis fuerzas,
levantarme y seguir luchando,
luchar por ella,
por mí,
por nuestros sueños,
por nuestro amor,
nuestro amor,
¡lo más sagrado!

Clavo mi mirada en la losa
pintada de sangre y blanco
y siento su alma en mi cuerpo
y veo sus manos en mis manos.

Con la frialdad de quien ha esperado largo
tiempo este momento,
con la arrogancia de quien se sabe amado,
lucho sin miedo a la muerte
y la muerte se va debilitando.

De repente, la muerte abandona su lugar,
pasea impaciente,
una diabólica combinación ha pasado por alto,
presagia el nuevo día,
la aurora el cielo ha limpiado.

Mi dama se inmola
y un simple soldado
asesta el golpe de gracia,
la partida ha terminado.

La muerte muestra su rostro,
y con su triste guadaña
corta el hilo que sostenía
en sus manos.

Dime, muerte, ¿qué has cortado?
Mis ojos se cubren de noche mas…
esta noche volveré a verla,
tomaré sus manos,
besaré sus labios.

¿Lo ves, muerte?
Poco importan tus artimañas
pues el juego ha terminado.
Tú has perdido,
yo he ganado.
   

No hay comentarios:

Publicar un comentario